A su paso
todo se plegaba, agachaba su porte o se escondía. Ante aquel tornado
inmisericorde, la valentía era sobrevivir. Sin embargo, Ana no pensaba lo
mismo, por eso se desprendió de su asidero y voló tras las hojas de su autobiografía,
que ya se alejaban en lontananza.
Desde luego, Sara, siempre en pleno vuelo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Así es Ana. Hay que salir a buscar, que el peligro es quedarse :-)
EliminarUn abrazo.
No hay que dejar la ventana abierta a los remolinos de la memoria. Broma.
ResponderEliminarMe gustó. Un beso
Antes que nada, prevalece la defensa de su obra.
ResponderEliminarSaludos.
Hermosa manera de perseguir el destino, siempre un caos.
ResponderEliminarBonito relato y bonita ilustración, no todos consiguen ver ese "tornado" que ayuda a encontrarse a uno mismo.
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